jueves, 27 de octubre de 2011

El alcohol, un estímulo que puede ser contraproducente en la cama

Durante una cita o antes de tener relaciones sexuales, para tratar de superar los miedos o para ir más allá de las fobias. El consumo de alcohol como estímulo para enfrentar una situación íntima –y aún durante el encuentro– se vuelve cada vez más frecuente. Sin embargo, sus efectos dependen de la dosis consumida. Si se quiere un buen desempeño en la cama, mejor no pasarse de copas. De lo contrario, la situación no será nada romántica.

“Basta con recordar escenas del cine para darse cuenta de que todas las personas que se embriagan, nunca tienen sexo”, ejemplica Marta Rajtman, vicepresidente de la Asociación Argentina de Sexualidad Humana. Mientras que una copa puede permitir una desinhibición casi total, pasarse de la raya puede ser contraproducente y causar disfunciones sexuales. “Mucho alcohol genera somnolencia y una depresión del sistema nervioso central, por lo tanto hay retrasos en la eyaculación, y pérdida del control del cuerpo”, continúa.

“Una copa de alcohol puede ser un gran desinhibidor y se puede estar muy divertido, el problema es cuando uno sobrepasa el límite. Ahí, puede haber situaciones violentas o alterarse el ciclo de respuestas sexuales”, asegura Gustavo Rodríguez Baigorri, médico del Hospital Tornú. Y agrega que “puede provocar la falta de orgasmos o eyaculación precoz también”. La clave, entonces, está en limitar la dosis y no hacer del alcohol un mal necesario para enfrentar regularmente nuevas situaciones amorosas.

En los tiempos de nuestros abuelos, cada uno estaba dispuesto al cortejo previo a las relaciones sexuales, que llevaba más tiempo pero que generaba más intimidad en la cama. “En la actualidad hay muchos miedos y fobias que se esconden detrás del alcohol, y están relacionados con las demandas sociales en las relaciones íntimas. Algunos adolescentes buscan ser atléticos en la cama o romper la timidez para abordar a alguien sexualmente y poder tener relaciones”, agrega Baigorri. “Todo esto está alejado de la realidad. El alcohol te hace creer que sos capaz pero, a medida que las relaciones íntimas se hacen más cotidianas, se van a necesitar más copas para desinhibirse”, suma el especialista. Y acá está el otro problema. No sólo altera las conductas humanas y puede hacer que la persona sea más divertida o, también más violenta, sino que puede terminar en una adicción.

“Cada uno debería tratar de ver cuál es la causa real por la que necesita el alcohol para desinhibirse y empezar a tratarla. Si se lo consume para compensar la timidez en las relaciones sexuales o por miedo a fracasar en el desempeño, lo mejor es ser sincero con uno mismo y olvidarse de las expectativas impuestas”, continúa.

“Hay que desarrollar recursos de autoestima y entender que uno no tiene que llegar a desinhibirse completamente, el otro también le teme al ridículo y a sus propias imposibilidades”, explica Rajtman.

Los adolescentes, curiosos por naturaleza, creen que el alcohol les puede facilitar una mejor performance. Pero si en vez de un vaso de cerveza son necesarios dos o tres, hay algo que preguntarse. Ese gran desempeño puede transformarse en un fracaso a la hora de intimar. No es necesario apurarse ni actuar de forma automática, generando una adicción. Si bien cualquier estimulante sirve para relajarse y divertirse, lo mejor, dicen, es el amor y verdadero interés por el otro. De lo contrario, podemos terminar como el protagonista de la canción “Estás maravillosa hoy”, -directo a dormir. “Es hora de ir a casa y me duele la cabeza, le doy las llaves del auto. Ella me ayuda a ir a la cama y, entonces digo: querida, estás maravillosa hoy”, reza una de la canciones más famosas de Eric Clapton, en lo que lo único verdadero es el amor que se tienen.

Fuente: Clarín

miércoles, 19 de octubre de 2011

El alcohol y la mujer


Hasta hace pocos años, se afirmaba que por cada 10 hombres alcohólicos existía una mujer también alcohólica; datos recientes demuestran que la situación ha variado en forma drástica ya que por cada 10 hombres alcohólicos, hay cuatro mujeres. Las cuales, por lo general, lo hacen en situaciones y contextos muy diferentes a los del hombre.

Estas cifras aproximadas preocupan, pero más debería alarmarnos el consumo excesivo que en nuestro país se esta volviendo una costumbre; y donde las mujeres están desempeñando un papel muy activo. Según informes de Fundación Manantiales (Centro de Diagnostico y Tratamiento de las Adicciones), en los últimos cinco años se observa un aumento en la consulta de la población femenina, las mismas acceden a estas porque en el caso de las mujeres el uso y el abuso de alcohol y drogas esta cargado de culpabilidad.

El análisis de la información al respecto nos muestra que las mujeres consumen alcohol cada vez con mayor frecuencia, como una salida a las presiones derivadas de su trabajo en el hogar. Porque, al ingresar al mercado de trabajo, las mujeres disponen, lógicamente, de menor tiempo para el cuidado de los hijos y del hogar, tarea que debería de ser compartida por ambos miembros de la pareja y no solo asumida por la mujer.

Fuente: Fundación Manantiales


martes, 18 de octubre de 2011

¿Cómo saber quién es alcohólico?


-¿Qué haces ahí?- preguntó al bebedor, a quien encontró instalado en silencio,

ante una colección de botellas vacías y una colección de botellas llenas.

-Bebo- respondió el bebedor con aire lúgubre.

-¿Por qué bebes?- preguntóle el principito.

- Para olvidar- respondió el bebedor.

- ¿Para olvidar qué?- inquirió el principito, que ya le compadecía.

- Para olvidar que tengo verguenza- confesó el bebedor bajando la cabeza.

- ¿Verguenza de qué?- averiguó el principito, que deseaba socorrerle.

- !Verguenza de beber!- terminó el bebedor, que se encerró definitivamente

en el silencio.

El principito

Antoine de Saint-Exupéry


La respuesta no es fácil, debido a que en la cuestión aparecen de inmediato algunos conceptos erróneos, muchos prejuicios y bastante falta de conocimiento. Alrededor del tema, por otra parte, se mueven no pocos intereses familiares e incluso sociales, y la negación del hecho no existe sólo por parte de su protagonista: a veces los parientes se niegan a reconocer que tienen en la familia a un “vicioso.”

La actitud general ante el problema oscila entre una crítica despiadada y una comprensión benevolente: o bien los borrachos son degenerados que deberían estar en la cárcel o el manicomio, o bien son cómicos, en realidad no le hacen daño a nadie y lo mejor es no darles tanta importancia. Ambas actitudes soslayan el núcleo del problema.

Es indispensable definir y enfocar el tema en forma apropiada.. Porque no todos los que beben en exceso son alcohólicos, e incluso hay muy diversas formas de alcoholismo y tipos de alcohólicos. Antes de ensayar un marco referencial, conviene arriesgar una idea que parece confirmarse en los hechos: alcohólicos son aquellos que beben con culpa, generalmente inconsciente. Suelen dar explicaciones: según ellos beben para mitigar el excesivo calor o el frío, o para calmarse luego de un supuesto disgusto que acaban de tener, o para aplacar su sed. Difícilmente admitan que beben porque les gusta, y explican allí donde nadie les pide que expliquen nada. Aparentemente la culpa no los deja beber en paz.


Fuente: Fundación Manantiales

viernes, 14 de octubre de 2011

Campaña contra las adicciones en los adolescentes "Droga Alcohol"

Una vez que el adicto asume que necesita ayuda y que lo que esta viviendo es un problema grave que afecta su vida y de su entorno, el paso siguiente es la realización de un tratamiento.

El tratamiento no dependerá de un solo factor sino de varios: el contexto social, la relación con la familia, la historia personal y el grado de efectos negativos que la droga ya ha causado en el adicto.

Contar con un buen equipo médico y psicológico es fundamental para cubrir todos los aspectos necesarios para lograr una recuperación.


jueves, 6 de octubre de 2011

Estrategias de reducción del consumo


El objetivo de las técnicas psicológicas, descritas anteriormente, es la abstinencia del alcohol. Algunos pacientes que no reúnen criterios de dependencia, aunque presentan alguno o varios problemas derivados de su consumo, no se han planteado abandonar el consumo de alcohol por lo que es conveniente emplear otro tipo de estrategias como control y reducción del consumo. En estos casos se han empelado diversas estrategias psicológicas como:

Objetivos:

Monitorización del consumo de alcohol: consiste en el registro del número de unidades de alcohol consumidas en cada ocasión, junto con el cálculo del total semanal. Hay que señalar la duración del período de consumo, así como otras circunstancias como situaciones en las que éste se realizó, compañías, consecuencias y si utilizó alguna estrategia de reducción del consumo.

Establecer objetivos específicos para reducir el consumo: Aunque los objetivos los debe poner el paciente, puede ser útil dar orientaciones como:

  • Número máximo de unidades por semana.
  • Número de días de abstinencia a la semana.
  • No consumir en situaciones de alto riesgo.
  • Frecuencia del consumo en cada unidad de tiempo.
  • Reducir o cambiar el tipo de bebida.

Utilizar técnicas cognitivo-conductuales para aprender a responder de forma diferente en situaciones de riesgo y modificar el consumo.

Fuente: Fundación Manantiales