jueves, 26 de enero de 2012

Alcoholismo: tipos de personalidad

El tipo de personalidad autotolerante.Cuando un niño es sobreprotegido pierde la posibilidad de tomar iniciativas, y a la larga puede convertirse en un pusilánime. Al llegar a la edad adulta seguirá esperando que los demás decidan por él, tendrá temor a cualquier persona o situación que pueda traerle problemas, y en general no sabrá manejarse socialmente. Como consecuencia de la educación recibida tendrá hacia su persona una excesiva indulgencia, y será muy escasa su capacidad para aceptar frustraciones. Estos alcohólicos manifiestan una constante ansiedad oral, y su necesidad de succionar es permanente. Suelen requerir atención continua, y recurren al alcohol porque es algo que los gratifica y no se les niega, está siempre a mano. Su necesidad de buscar y encontrar placer se aplaca temporariamente con la bebida, y experimentan un gran gusto en consumirla. No beben para buscar un efecto, co

mo otros alcohólicos que incluso sienten rechazo físico hacia el alcohol, sino que disfrutan cada trago con una actitud sibarita. Terminan pareciéndose a niños embelesados con su juguete, y mientras no les prohiban beber no suelen entrometerse con nadie.

El tipo de personalidad autoagresiva. A muchos niños se los obliga a reprimir sus sentimientos, y cuando son agredidos deben cuidarse de reaccionar. Se los fuerza a contenerse a toda costa, lo que sin duda fomenta que los normales impulsos agresivos se vuelvan contra ellos mismos. En su vida adulta tienen temor de expresar su ira, y generalmente son personas que se dejan dominar por un jefe o por su propia pareja. Aunque a veces se atrevan a manifestar su disconformidad, tarde o temprano se autoinculparán por haberlo hecho. Al dominar su agresividad se produce un malestar que se alivia con la bebida; y además obtienen un beneficio secundario, ya que el alcohol les permite exteriorizar lo que reprimen. Tienen borracheras agresivas, lo que les llenará luego de culpa; y volverán al alcohol para aliviarse de ella. Al día siguiente no pueden comprender cómo han podido insultar y hasta golpear a alguien, y atribuyen su conducta al estado alucinante que les provocó el alcohol.

Fuente: Fundación Manantiales

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